**....ToDos TIeNeN Su VoZ....**

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miércoles, 24 de febrero de 2010

CEREBRO Y CORAZÓN (parte 2)

“Jua jua se me hace que alguien se ha enamorado, ¡ups!” se burlaba el corazón “¡nada de eso! esta confundida” replicaba el cerebro.
Ana se sonrojó, agradeció y salió corriendo para su casa. Mientras tanto, Pedro la miraba, con esa mirada distintiva pero que ahora estaba tranquila.
Dentro de sus ojos también asomaba el amor.


Llego a su casa toda sudada, la interrogaban: -¿te asaltaron, que ocurrió?- - nada, nada, quería hacer ejercicio- fue la mentira más blanquita que se le ocurrió.
Desde ese entonces estuvo pensando en Pedro todo el día, con sus horas, minutos, segundos y milésimas.
Su espíritu no cambio en absoluto aunque estaba más alegre, más hacendosa, diría su padre.
Pero a pesar de todo, necesitaba más, es que es así, “el amor es una pócima adictiva o peor una droga, se prueba un poco y se quiere más y más” razonaba y explicaba su cerebro, “no sea tonto es algo hermoso, no tan complicado” dictaba su corazón.
Ana reaccionó, ¡hablaba con su cerebro y corazón! -¡oh Dios mío!- pensó -¡hablo con mis órganos!, Se respondió a sí misma.
“¡Que niña tonta! hablo con mis órganos” se burlaban ambos.
“siempre lo hiciste” decían, -¡mienten!- replico Ana -nunca me paso hasta que...- . Se produjo un silencio unánime, como cuando se descubre o se recuerda algo olvidado en las arenas movedizas de la memoria.
-...Hasta que conocí a Pedro- “¡colon descubrió América!” Estallaron de risa los órganos “jaja” gritaban y se escuchaban ecos, sonidos que salían del interior de Ana, como otras voces, no suyas, sino ajenas.
Los padres observaban detalladamente a su hija y definitivamente estaba extraña, diferente.
Siguió haciendo viajes para comprar y siguió viendo y sonriendo (ambos lo hacían) a Pedro.
Pasaron semanas y resolvió hablar con él, pero su cobardía, la cual representaba el cerebro, no se lo permitió ni su corazón que resultó muy antiguo, y contundente: “las damas no deben hacerlo primero”, dijo. Ana los escuchaba con mucha atención, y lo resolvió por sí sola. -“Lo haré”-dijo en plena cena familiar. -¿Que tienes que hacer?- dijo su padre y continuo su madre, hermanos, hermanas hasta el perro, creyó Ana que se lo preguntó.
-Nada, nada jaja- comenzó a reírse, nerviosa Ana.
-Nada no es una respuesta válida-le dijo su madre, un poco consternada.
-Bueno está bien- prosiguió.
“¡¡Queeee!!” dijeron sus adentros (o sea corazón y cerebro).
-¡¡Shhh!!- exclamó.
-“Ana no nos calles así”-dijeron sus hermanas mellizas, a coro.
-Quero practicar un deporte-.
-“¡Uff! Nos salvamos” dijeron cerebro y corazón.
-Bah era eso- se tranquilizó su padre y familia, también.
-Tramito todo y... el lunes seguro comienzas, ¿cual querés?
-¿Cuál que? Contesto Ana, entre aburrida y sorprendida.
-Cuál deporte ¡¡hija!!- dijo el padre, hablando mas con sus gestos de las manos, que con su boca.
-¡Fútbol!- gritaban desaforados sus hermanos, gemelos, esta vez.
-¿Están locos o que? ¡¡Ninguna hija mía jugará jamás ese deporte de puercos!!- estallaba Virginia su madre.
-No, nada de eso mamá- la tranquilizó Ana a su madre- - prefiero natación- dijo ella.- Son muy ‘chetos’ y caretas- respondió su hermana la cual no nació con su par, al igual que Ana.
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Bueno aqui se termino el priner capitulo y si quieren mas haganlo saber :P :)... gracias!! Esperamos de mente y corazón que les guste...

lunes, 22 de febrero de 2010

CEREBRO Y CORAZÓN
En un lugar donde los opuestos reinan, es decir, cuando hace calor las lágrimas que nuestra piel expira mas conocidas como transpiración, corren por nuestros rostros.
De pronto una llovizna o tormenta nos obliga que cambiemos nuestra vestimenta, a tal punto, de usar abrigos en pleno enero.
Allí transcurre esta historia de amor, un amor cobarde y por ende doloroso.
Ana nunca logró que sus sentimientos no fueran pasionales. Cuando odiaba lo hacía con toda la fuerza de su persona, no ocurría constantemente pero se representaba con esa fuerza. En el amor igual o incluso peor porque era pasional mezclado con una ternura que se encendía en el inconsciente pero que nunca pudo salir de ahí. El exterior poco sabía de eso, la gente decía: esa chica tiene el corazón indescifrable. Allí radican sus equivocaciones, no era su corazón, mas bien su cerebro.

Un día antes de navidad, caluroso y sofocante sale a la calle a comprar víveres, caminaba, cuando comenzó a sentir una mirada persistente proveniente de alguien.
Ese “alguien” resultó ser varón, tenía ni mas ni menos edad que ella. Conocía a todos los chicos donde vivía pero este tenía algo distinto.
En verdad que lo era, su esencia o carácter o persona eran diferentes.
No era bello, de pelo rubio que lucía extendido hacia atrás, algunos mechones de pelo desobedecían su peinado.
El pelo rubio cubría su cráneo, de una interesante forma que lo distinguía aun más.
No seguía la moda, vestía jeans gastados, remera ancha, no llamaba para casi nadie la atención de las muchachas, salvo para ella, Ana.
Esto ocurrió en poco tiempo pero quedo grabado más de lo que ella esperaba.
“Tengo que averiguar su nombre” fue el primer pensamiento que suscitó su cerebro, y su corazón “no es tan feo...”
Los dos órganos de la anatomía librarían, luego una feroz batalla: EL AMOR.

Todavía no lo sentía lo que más le llamaba la atención era ese halo de diferencia que la conquistaba secretamente.
Lo que no conocía, es a qué se debía, cual era su origen, fuente y su inevitable descubrimiento que tarde o temprano, tenía que descifrar, al igual que el nombre, de quien tanto pensaba su indescifrable corazón y su poderoso y secreto cerebro.
A partir de ese momento Ana comenzó a mostrar un gran interés, en aspectos domésticos, la madre decía: ¿quién quiere ir a comprar? , y Ana corría desde cualquier lugar donde sé encontrase para complacer a su madre o así misma: ¡Yo voy! Rugía.
Cuando comenzó a caminar sentía cosas raras “mariposas en la panza” afirmaba su corazón “¡no, no!” gritaba su cabeza
Y su cerebro “queremos conocerlo intelectualmente” afirmaba.
¡Cállense los dos! gritó Ana, cuando sintió que una persona, estaba a su lado.
Era él estaba igual que siempre un poco más taciturno que de costumbre.
-toma, se te cayó esto-, le dijo, y le sonrió con suspicacia.
-¿gracias?..- contestó ella -¡ah! soy Pedro- dijo y volvió a reír extrañamente.
Dentro de su interior comenzaba a librarse una batalla, cerebro corazón se batían a duelo.
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Publicamos este pedasito para ver si les gusta pero tenemos mucho mas :).... comenten y comentaremos! :)